Nuestra Señora de la Luz

La Virgen que preside el Eremitorio de la Luz es Nuestra Señora de la Luz. Una escultura de talla mediana de tamaño académico, que está vestida al estilo y moda del siglo XVIII en Murcia. Sostiene en su brazo derecho al Niño Jesús, lo cual es una peculiaridad de esta imagen ya que lo abraza al lado contrario de lo habitual en las imágenes de la Virgen. Y en su mano izquierda porta un cetro. Otra peculiaridad es el estilo y tipo de baldaquino que presenta la Virgen ya que es muy poco habitual, posiblemente vinculado a los ermitaños.

El origen de su presencia es debido a que estando los anacoretas de la sierra ya reunidos en comunidad conviviendo religiosamente y consagrados a San Antonio Abad, carecían de imágenes sagradas, y solo disponían en el oratorio de un cuadro de pintura representando a Nuestra Señora de la Luz en el momento de aparecer en Sicilia.

Una noble de la época, Doña Francisca Robles, donó la imagen, de la que se desconoce el autor, para otorgar Patrona al lugar pero carecía de advocación. La señora manifestó su deseo de que fueran los religiosos quienes eligieran el título o advocación.

Los Hermanos lo eligieron en comunidad y durante diez días oraron para elegir el nombre. Al undécimo cogieron un cántaro y depositaron las diversas papeletas con la elección que cada uno meditó. El nombre que todos los Hermanos escribieron fue el de «María Santísima de la Luz».

En la Guerra Civil la imagen fue destruida quedando reconocibles solo la cabeza de la Virgen y el Niño. Se cuenta que una familia encontró las piezas en la puerta de la Ermita mientras los niños jugaban con ella, la familia se fue a Francia y se las llevó consigo, devolviéndolas cuando conocieron que el Eremitorio estaba volviendo a comprar nuevas imágenes.

Las diversas restauraciones han acompañado a esta imagen y han sido realizadas por diferentes escultores.  El niño llevaba un tipo de moñete en su cabeza típico de la Escuela de Salzillo pero en las sucesivas restauraciones se ha ido perdiendo. Igualmente se tuvieron que componer los ojos por el escultor José Sánchez Lozano porque perdió los originales.

En la década de los noventa hubo una gotera en el camarín de la Virgen y Francisco Leiza, discípulo de José Sánchez Lozano, tuvo que recubrir la devanadera embelleciéndola con nuevas imágenes. Actualmente tanto la Virgen como el niño han sido restaurados y embellecidos por el escultor y restaurador Pablo Corbalán, quién nos ha facilitado parte de la información que sobre la Virgen les hemos compartido.

La fidelidad hacia la imagen ha perdurado desde el 26 de Noviembre de 1701, inauguración de la Iglesia, hasta nuestros días.